El hábito de la lectura es esencial para estimular la imaginación y desarrollar individuos ingeniosos y creativos, que puedan ser capaces de soñar y luego llevar a la práctica un mundo mejor.
Si bien la imaginación en el ser humano es un don natural, la buena lectura (la que trasmite valores) es capaz de hacerla fluir de un modo mucho más intenso, pues la despierta, la provoca, la estimula.
Nos quejamos de que nuestros niños y jóvenes se aburren y pierden la capacidad de asombro a pesar de tener muchas fuentes de distracción, y es porque los nuevos pasatiempos si bien algunos son interactivos, les dan las propuestas de intervención armadas, con imágenes ya construidas, donde la imaginación casi no toma participación.
Cuando leemos si bien podemos tener algunas ilustraciones en el texto, debemos imaginarnos muchas situaciones o datos, armar la historia en nuestras mentes, ponerles un contexto, un alma. Si vemos una película o jugamos un video juego, ya eso está armado, dado por la imaginación de su creador, no por quien participa de modo pasivo, aún cuando deba en los videojuegos sortear trampas o vencer rivales que ya están prediseñados.
Cuando se lee, el sujeto se transporta a mundos fantásticos, que luego puede reinventar en historias propias que puede escribir o contar, además de ser un instrumento esencial para dominar los secretos de la lengua, tanto en cuanto a la riqueza del vocabulario como a su correcta manera de escribirlo.
Con esto no queremos echar por tierra ni desmerecer los avances tecnológicos, sino destacar el papel complementario de la lectura tradicional con respecto a ellos, ya que cada uno tiene un aporte diferente y estimula otras aptitudes. Sería muy positivo, por ejemplo que un niño leyera un cuento, se lo imaginara, lo contara, lo dibujara y luego lo viera en una película, para comparar lo que él imaginó con lo que otro logró crear, y advertir de este modo que la imaginación es capaz de tomar tantas formas distintas como sujetos que la empleen.
22 de Abril, Día Mundial De La Tierra
El planeta Tierra es nuestro mundo, es nuestro hogar es la cuna el hábitat de miles y miles de formas de vidas y maravillas únicas en el universo y debemos aprender a cuidarlo y quererlo.
Como es necesario, ya que de la misma forma que nos preocupamos por mejorar y mantener bien nuestro propio hogar lo mismo debemos hacer con nuestro planeta; para de esta forma vivir mejor.
¿CÓMO CUIDAR EL PLANETA?
Si cada uno de nosotros contribuye en el cuidado y protección del ambiente podemos salvar el planeta.
A continuación veremos algunos consejos útiles para proteger nuestro planeta:
Ahorremos gota a gota.
Intentemos que el tiempo de ducha sea inferior a 5 minutos.
Vigilemos el consumo eléctrico.
Utilicemos bombillas de bajo consumo.
No contaminemos el aire.
Evitemos los ambientadores elaborados con productos químicos.
Protejamos el origen de la vida.
No tiremos basuras al mar y a los ríos.
Utilicemos energías renovables.
Solo son necesarias 2 horas para cargar el móvil, evitemos dejarlo toda la noche.
Recicla al máximo
Cada vez que reciclas un metro de periódicos de alto, salvas un árbol.
Utilicemos transportes alternativos.
El transporte público y la conducción eficiente son nuestros mejores aliados.
Mejor tejidos naturales.
Para fabricar unos pantalones vaqueros se utilizan mas de 300 grs. de pesticidas. Mejor de algodón orgánico.
Cuidemos nuestra tierra.
Usar pesticidas químicos y tirar basura al desagüe contamina los ríos que riegan nuestra tierra.
Consumamos de manera responsable.
Hagamos la prueba: pasemos un día sin gastar. Cuanto menos consumimos, menos contaminamos.
Amemos la naturaleza.
Utilicemos el papel por las dos caras.
Pensemos en lo que botamos al suelo.
Usemos los puntos verdes de nuestras ciudades para el material eléctrico y electrónico en desuso.
Educación para la vida
Esta finalidad de la educación escolar es la que jamás debemos perder de vista, ya que engloba cualquier otro objetivo. Educar para poseer conciencia cívica, para ingresar a estudios superiores, para el mundo del trabajo, es en definitiva educar para poder vivir en plenitud, en armonía de cuerpo y alma, sabiendo pensar para resolver nuestros problemas cotidianos, cualquiera sean, que los habrá, ya sea que se dediquen a ser amas de casa, profesionales universitarios, sean empleados públicos o privados o empresarios.
Una educación eficaz debe preparar para formar seres humanos dignos, que aprendan a respetar los derechos humanos propios y ajenos, tengan conciencia cívica, sean difícilmente engañables, y haya aprendido a pensar, siendo deseable que en la última etapa de su formación hayan identificado una escala de valores propia y positiva, y posean una estructura cognitiva sólida y relacionada, con contenidos significativamente incorporados.
Cada momento que transcurre en la escuela, dentro del aula, en el patio de recreos, en el lugar destinado a educación física o en la sala de música, debe aprovecharse para enseñar contenidos conceptuales, pero sobre todo procedimentales y actitudinales.
En el salón de clases comparten las tareas y explicaciones una gran heterogeneidad de estudiantes con aspiraciones, aptitudes e inclinaciones diversas. No sabemos si seguirán estudiando, qué profesión escogerán, o si trabajarán, y en este caso en que sector de actividad. Sin embargo, todos ellos tienen algo en común, necesitan contar con las herramientas básicas para sortear los obstáculos que la vida les interpone en su camino de la mejor manera posible: todos necesitarán participar de la vida pública, defender sus derechos, realizar cálculos matemáticos, interpretar un contrato, relacionarse con sus vecinos y compañeros de estudio o trabajo, saber si las propuestas que les ofrecen son genuinas o engañosas; y esa es la tarea insoslayable de la escuela, darle a los niños y adolescentes las herramientas que los preparen en cualquier camino que emprendan: un pensamiento rico y estructurado, capacidad de aprendizaje autónomo, posibilidad de repensar sobre su propio aprendizaje (metacognición) una escala de valores positiva, pensamiento crítico, autovaloración y conciencia cívica.
¿Cómo mejorar la redacción?
Redactar es armar un texto con el fin de expresar ideas o sentimientos. Hay personas que utilizan la redacción en su trabajo como un medio imprescindible, como los escritores, poetas o periodistas; pero todos en general, redactamos en muchos momentos de nuestras vida: cuando enviamos una carta personal, cuando confeccionamos una solicitud de empleo, cuando enviamos una invitación o una felicitación, cuando hacemos una evaluación escrita, etcétera.
Redactar es una actividad donde intervienen la emoción y la razón, y su función esencial es lograr comunicar con eficacia lo que quiso decir el que redactó el texto para que sea entendido por quien lo lee. Luego, dependiendo del tipo de redacción podrá tener otras funciones: por ejemplo si se trata de una publicidad, su función será persuasiva.
En la correcta redacción intervienen, además de la coherencia; la calidad ortográfica, la buena construcción sintáctica de las frases, la semántica (que el significado de la palabra usada, concuerde con lo que se quiso decir) y la puntuación adecuada. También debe tenerse en cuenta al redactar el objetivo: si es una carta familiar deberá ser expresada en términos coloquiales, los que no deben emplearse en una redacción formal.
Muchos niños jóvenes, y también adultos, han perdido el gusto por la lectura, impresionados por la invasión de imágenes que captan su atención de modo más espectacular y contundente. Sin embargo, la lectura es otra cosa. Hace que el lector tenga un mayor compromiso, ya que exige prestar mayor atención, interpretar las palabras e imaginar los sucesos.
Quien lee asiduamente tiene mejor redacción, más comprensión lectora y menos faltas de ortografía.
La lectura y los medios visuales, no son incompatibles, sin embargo. Yo he disfrutado mucho leyendo un buen libro, y luego viendo su proyección cinematográfica basada en el mismo, para compararlos. En argumento, el ganador fue sin dudas el libro, pero visualmente, la versión cinematográfica, me aportó muchísimo.
Leer debe constituirse en una tarea placentera, querer saber lo que las páginas encierran por curiosidad, y por lo tanto, el material de lectura debe ser motivador y estar acorde con la edad del lector. Los padres tienen en ello mucha responsabilidad. Los niños imitan, y si ven que en la casa se lee, querrán hacerlo. Si se les lee cuentos de pequeñitos, ellos querrán poder hacerlo por sí mismos, lo antes posible, si se los ha educado en la independencia.
Muchos programas escolares incluyen lectura de textos muy aburridos y alejados de los intereses de los niños o adolescentes a los que se destina. Es bueno que cada persona tenga preferencias por cierto tipo de temas, y debería darse las consiguientes opciones, entre varios textos de calidad, para que se realice la selección, y el alumno sienta que está involucrado en su aprendizaje, que se toman en cuenta sus gustos; y si el libro no le agradó, debe tener la oportunidad de expresar por qué, para recomendar el profesor otro libro, que responda a sus necesidades.
Habilidades para gestionar tu tiempo y tus tareas
Aunque la formación básica en esta labor tan ambiciosa debería partir de la escuela, desde la primera entrada por la puerta, lo cierto es que, como decimos, se trata de una serie de habilidades de adquisición compleja y muy personalizada: tanto que, por muchos esfuerzos que otras personas hagan por ayudarte, quien mejor puede "enseñarse" a gestionar el tiempo es, ni más ni menos, TÚ.
Cada persona es diferente: cada cual tiene su umbral de concentración, su capacidad de esfuerzo (que se aprende, sí, pero con la práctica...tras años y años de práctica), sus condiciones de vida peculariares (tiempo disponible de descanso y recuperación, por ejemplo) y otras particularidades, como la memoria de cada cual o los gustos, que pueden influir mucho en la capacidad de dedicación a unas tareas y a otras. Por eso, la primera cosa que debes hacer es conocerte: poniendo en práctica técnicas más o menos standard y personalizándolas, adaptándolas, según te funcionen, mejorándolas y ajustándolas a ti. Lo cierto es que una gestión eficaz de las tareas te asegurará, por ejemplo, más tiempo libre y menor estrés.